En la lucha contra el cambio climático, el secuestro de carbono es un concepto clave. Este artículo explica qué significa exactamente esta expresión y cuáles son los diferentes tipos de secuestro de carbono.
El vínculo entre las emisiones de carbono y el calentamiento global está establecido desde hace mucho tiempo, y sabemos que para cumplir los objetivos del Acuerdo de París y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5 ºC, debemos reducir nuestras emisiones. Esto significa cambiar nuestros procesos, cambiar a electricidad verde y reducir nuestro consumo de energía. Pero también tenemos la suerte de recibir ayuda de un fenómeno que ya ha estado ocurriendo en este planeta durante milenios: el secuestro de carbono.
Definición del secuestro de carbono
La Enciclopedia Británica define el secuestro de carbono como “el almacenamiento a largo plazo de carbono en plantas, suelos, formaciones geológicas y el océano”. El secuestro de carbono es un fenómeno natural: las plantas, por ejemplo, necesitan dióxido de carbono para vivir. Lo absorben del aire para crecer.
Los seres humanos pueden influir en este fenómeno, tanto para bien como para mal. La deforestación global y la agricultura intensiva han disminuido la absorción de carbono de las plantas y los suelos. Pero los humanos también son capaces de inventar nuevas estrategias y tecnologías para secuestrar más carbono, lo que ayuda a llevar nuestro mundo a cero emisiones netas.
Tipos de secuestro de carbono
Como se mencionó anteriormente, el secuestro de carbono ocurre tanto de forma natural como como resultado de la actividad humana. Pero también se puede dividir en varias categorías, según dónde y cómo se absorba el CO2.
Biosecuestración
Cuando el dióxido de carbono es absorbido por los ecosistemas naturales, el proceso se denomina biosecuestración. Puede tener lugar tanto de forma natural como con una pequeña mano amiga de los humanos.
Secuestro natural
El carbono está siendo constantemente absorbido por la naturaleza. Las turberas, los bosques y los humedales son bien conocidos por su capacidad de absorción. En todo el mundo, hay más de 3 millones de kilómetros cuadrados de turberas naturales que secuestran 0,37 gigatoneladas de CO2 al año. Sus suelos contienen más de 600 gigatoneladas de carbono (hasta el 44% de todo el carbono del suelo): esto es más almacenamiento de carbono que cualquier otro tipo de vegetación.
Por otro lado, los bosques más productivos pueden llegar a secuestrar hasta 11 toneladas de CO2 por hectárea al año. A nivel mundial, los bosques están almacenando alrededor de 400 gigatoneladas de carbono, y los bosques tropicales secuestran más que los de climas fríos.
Carbon farming (cultivo del carbono)
El carbon farming, la agricultura regenerativa o incluso la agrosilvicultura son términos que se refieren a la implementación de prácticas agrícolas que aumentan el potencial de secuestro de carbono dentro de la producción de alimentos.
Estas prácticas incluyen sembrar sin labrar y rotar cultivos, cultivos de cobertura y ganado para promover una mejor salud del suelo. Requieren cambios drásticos de la agricultura convencional, que agota el suelo y conduce a su desertificación.
La agricultura regenerativa se considera cada vez más como una parte importante de la solución climática, y los gobiernos de todo el mundo ahora están desarrollando regulaciones para el carbon farming.
Captura y almacenamiento de carbono
Aparte de los procesos naturales que almacenan carbono, también es posible capturar las emisiones de CO2 de una fuente (típicamente, la producción industrial) y almacenarlas “manualmente” en una variedad de lugares. Generalmente involucra lo que se llama un dispositivo de captura y almacenamiento de carbono (carbon capture and storage o CCS).
Secuestro geológico
La Tierra está llena de agujeros subterráneos, creados por procesos geológicos naturales, minería o extracción de petróleo y gas. Ahora, los científicos están usando estos agujeros para almacenar carbono después de capturarlo. Esto suena simple, pero implica un proceso complicado: el CO2 debe comprimirse a unos 100 bar para convertirlo en un fluido supercrítico. De esta forma, se puede transportar a través de tuberías hasta el lugar de almacenamiento e inyectar a gran profundidad, normalmente alrededor de 1 km, donde permanece estable durante milenios. Se estima que hasta el 90% de las emisiones de carbono del uso industrial de combustibles fósiles podrían ser capturadas por CCS, algunas de ellas almacenadas de esta manera.
Secuestro en las algas
Otra técnica de secuestro involucra algas, una planta acuática que tiene una alta capacidad de absorción de carbono. Se estima que las algas que crecen naturalmente en los océanos de la Tierra secuestran actualmente 173 millones de toneladas de CO2 por año, a razón de 50 toneladas o más por hectárea. Como resultado, varias empresas están comenzando a cultivar algas, pero también es posible usarlas en dispositivos CCS como el BioUrban, el ‘árbol del futuro’ comercializado por ClimateTrade.
Secuestro químico
Finalmente, los científicos también han desarrollado otro tipo de secuestro de carbono a través de un proceso químico llamado carbonatación mineral. Basado en la reacción del CO2 con materiales que contienen óxidos metálicos (típicamente calcio y magnesio) para formar carbonatos insolubles, permite el secuestro de carbono en materiales industriales, incluido el cemento. Varias startups ahora están produciendo cemento y concreto para la construcción, inyectándolo con CO2 capturado. Esta técnica muestra una gran promesa para descarbonizar el sector de la construcción.
Secuestro vs. eliminación de carbono
La eliminación de carbono es otra palabra de moda sobre sostenibilidad y, aunque los dos conceptos son similares, no son exactamente iguales. La eliminación de carbono, también llamada reducción de carbono, es el proceso de capturar CO2 de la atmósfera y almacenarlo en plantas, suelos, océanos, rocas, pozos subterráneos o productos de larga duración como el cemento. Según esta definición, la eliminación de carbono incluye la biosecuestración de los bosques, el cultivo de carbono o incluso el cultivo de algas marinas. Sin embargo, no incluye la captura y almacenamiento de carbono (CCS), por lo que el carbono se captura en la fuente y nunca ingresa a la atmósfera.